martes, 2 de febrero de 2010

La cena de los idiotas.


Argumento obtenido de la Wikipedia: "Pierre Brochant se reúne cada miércoles con sus amigos en una cena, en la cual se disputan el honor de ser el que lleve al invitado más idiota. En esta ocasión, Brochant no ha encontrado aún a un incauto al que llevar, por lo que se deja aconsejar por un amigo, que le recomienda llevar a François Pignon, un funcionario de Hacienda obsesionado con fabricar esculturas de cerillas. Como aún no lo conoce, Brochant decide invitarlo a su casa, lo que se convierte en una de las peores decisiones que jamás haya tomado.

Pignon, pese a actuar siempre de buena fe, demuestra ser un gafe y no hace más que causarle problemas a Brochant. La situación es cada vez más divertida, ya que el idiota, no contento con causarle una lumbalgia, consigue que su mujer le deje, hace venir a una loca obsesionada con Brochant, lo reúne con su peor enemigo, hace un inspector de hacienda le investigue, etc. Al final la película pretende ser una crítica a la crueldad de Brochant, pero las geniales intervenciones telefónicas de Pignon hacen que dicha crueldad parezca poca"


En España ha sucedido algo parecido. Felipe González buscaba sucesor, la jugada de Almunia no le había salido bien y necesita buscar un recambio, dócil y manejable, una cara amable a la que tejerle una trama a sus espaldas para encumbrarlo a lo más alto del panorama político nacional. González no podía permitir que Aznar pasara a la historia de este país, con sus aciertos y sus fallos, como el presidente del empleo y el crecimiento económico. España se había vuelto a ilusionar, creíamos en nuestras posibilidades económicas y eramos referente en Europa. González no podía permitir que a él se le recordara como el presidente del paro y la corrupción y menos aún tras hacerse efectiva la promesa de Aznar de abandonar la presidencia tras ocho años de gobierno.

Y un político de laboratorio, un niño burbuja del Congreso de los Diputados, sin experiencia en resolver problemas, sin experiencia en la gestión ni conocimiento de la realidad de este país se cruzó en su camino. Zapatero no estaba obsesionado con las esculturas de cerillas, sus obsesiones eran las grandes corrientes ideológicas fallidas, su fijación es la estética de la publicidad, mucha fachada y poco fondo. Cuatro libros, mucha ideología y poco conocimientl de la realidad.

Y al final, la broma, está pasando una importante factura. Aquél político joven y con sonrisa infinita, sigue riendo mientras a su alrededor el castillo de arena se desmorona. Aquél candidato de la "cejita" ya no hace tanta gracia cuando sigue obsesionado en políticas económicas obsoletas y que se han demostrado ineficaces.

Esta cena, nos está costando muy cara. Este "encantador de serpientes" ya no se muestra tan audaz y vivaracho. Hasta los suyos ponen en duda su valía, hasta los de su propio partido reconocen que está hueco como una calabaza compostelana.

En España contrastan dos cifras: los 5 millones de empleos que se generaron con el gobierno del Partido Popular en España y los 4 millones de desempleados que actualmente hemos alcanzado con el gobierno del PSOE.

Por el bien de todos, el sueño de Zapatero tiene los días contados.

1 comentario:

Anónimo dijo...

El Sr.Zapatero me queda a contrapelo por la lejanía.Si gobierna la nación como los discípulos de su partido en esta urbe,imagino que es por ello por lo que media España y un cuarto de más esté en contra suya desde que llegó a presidente del gobierno.

Tal vez por ello cuatro años de legislatura se haga una eternidad.

Conan el bárbaro

La libertad política es la condición previa del desarrollo económico y del cambio social. John Fitzgerald Kennedy