Todos debemos mantener grabado en nuestra conciencia el
artículo 13 de la Constitución Española de 1812: "El objeto del Gobierno
es la felicidad de la Nación, puesto que el fin de toda sociedad política no es
otro que el bienestar de los individuos que la componen". Sencilla pero
profunda redacción que, sin duda, marca el camino de cuáles deben ser las
prioridades de cualquier gobierno: conseguir el bienestar de los ciudadanos. El
bienestar desde la libertad y la dignidad de las personas, huyendo del
intervencionismo y el control de sus vidas, pero propiciando las condiciones
sociales para su desarrollo.
Y bajo estas premisas se debe encuadrar cualquier
proyecto político de presente y futuro. Hace unos años la situación de Jerez animaba
a marcar tres objetivos fundamentales de gobierno. La situación económica del
Ayuntamiento se había convertido en uno de los problemas principales de la
ciudad, no por su situación en sí, sino por los efectos que contagiaba al
exterior: quiebra absoluta, impago persistente a trabajadores y proveedores y
determinados servicios (que se pagan con los impuestos de todos los ciudadanos)
colapsados o al borde del colapso. Tres años después la deuda sigue, pero ya no
se incrementa exponencialmente año tras años, está ordenada y estructurada y es
posible atender, con cierta normalidad, a los pagos que se deben hacer frente
para poder prestar los servicios a los jerezanos. Claramente, el Ayuntamiento
ha dejado de ser un problema para la ciudad y se ha convertido en un aliado.
Parecía imposible, pero con el esfuerzo de todos se ha logrado.
Y ahora hay que seguir trabajando en otros dos objetivos
fundamentales. Si antes hablamos de normalizar los servicios, ahora que ya
están normalizados, es importante avanzar en que sean fuente de calidad de
vida, sin que esto suponga un esfuerzo adicional para los ciudadanos, en
definitiva, sin tomar el camino fácil de la subida de impuestos. Es el momento
de plantear actuaciones específicas para que Jerez luzca con esplendor. Para
que los jerezanos nos sintamos orgullosos de lo que somos.
Y por último, pero clave para mantener el equilibrio
necesario, el empleo. Todos los esfuerzos son y serán pocos para que cualquier
persona pueda dignificar su vida, desde un empleo digno. Desde la libertad de
poder decidir sobre su futuro sin depender de ningún gobernante. Los últimos
datos demuestran que se ha estado trabajando en la buena dirección. Queda mucho
por hacer, pero es un reto por el que merece la pena vivir.
Empleo y calidad de vida, objetivos fundamentales, ahora
y hace doscientos años, para que la acción de los gobiernos permitan y
propicien el bienestar de los ciudadanos. Siempre, no lo olvide, desde el
respeto a la libertad de las personas. Ése es el camino, ése es el camino de
todos.
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