Somos muchos los que defendemos, por lógica y sentido común, la presencia del sector público en aquellos ámbitos en los que se hace necesario un equilibrio social y la aplicación del principio de solidaridad, para que todos los ciudadanos tengan acceso a unos buenos servicios. Sanidad, por supuesto, educación, sin duda, seguridad, el bien público más claro, bienestar social, la cara más directa de la solidaridad, así como el control o la regulación del acceso a los servicios básicos. El comunismo teórico no funciona porque parte de una concepción de la persona irreal, de la misma forma que el capitalismo teórico no funciona porque parte de una concepción del mercado que no es real, sino ideal. Por ello es por lo que tiene lógica la presencia de lo público en nuestras vidas y en nuestro sistema. La libertad tiene como límite la justicia y hace necesaria una determinada regulación para evitar monopolios y oligopolios que al final van en contra del grueso de la población.
Hasta aquí todo perfecto y teoría aprendida pero hay muchos que dicen defender lo público y los servicios públicos cuando en realidad lo que enmascaran son intereses personales y defensa de situaciones y privilegios individuales. La mejor defensa de los servicios públicos es que éstos sean eficientes y eficaces, es decir, que se presten al menor ratio coste/calidad posible a los ciudadanos. Defender lo público no es querer tener más días de vacaciones o asuntos propios que el resto de los trabajadores (eso es aprovecharse de lo público para un interés personal). Defender lo público no es querer que en una administración pública se paguen sueldos superiores a la media normal del mercado con el dinero de todos los contribuyentes (eso es aprovecharse de lo público para favorecer intereses privados). Defender lo público no es aplicar una política de selección de personal basada en el amiguísimo, la endogamia y las relaciones familiares (eso, claramente es una utilización fraudulenta de los recursos públicos para intereses particulares). Defender lo público no es buscar a toda costa un subsidio o una paga vitalicia como único objetivo en la vida (eso es aprovecharse de la solidaridad del resto de los ciudadanos) Defender lo público no es ponerse detrás de la pancarta de un sindicato, mientras se malgastan los fondos que iban destinados a las personas desempleadas (eso es otra cosa por muchas pancartas que se cuelguen).
Defender lo público es que los servicios se presten de forma justa, tanto para el trabajador como para el contribuyente, con profesionalidad, conocimiento, entrega y vocación. Eso es defender lo público. Lo demás es una gran mentira para aprovecharse en lo personal de los recursos públicos. Afortunadamente lo normal es la defensa cabal del servicio público, la anormalidad son los "caraduras". Pero, como las meigas, 'haberlos haylos'.